miércoles, 27 de mayo de 2015

El antes y después del paraíso arquitectónico y lúdico del Barroco.


Y ya desde mi tumba recuerdo aquellos días dorados, aquellos días de delirios de grandeza, en los que mi codicia acabó con mi existencia, pero no estoy aquí para hablaros de mi historia, estoy aquí para hablaros de una parte de mi historia , Lerma, mi ducado, lo que fue gracias a mi y lo que es hoy en día. Como cree el paraíso arquitectónico y de recreo por excelencia de la época.

Empezaré por el principio, cuando en el año 1601 hice que la Corte fuese trasladada de Madrid a Valladolid como parte de mi plan para concentrar el núcleo cortesano entre mi ducado, Lerma, y Valladolid.  Fue entonces el momento propicio para convertir la hasta entonces pequeña villa de Lerma en el paraíso arquitectónico y de recreo de la época.  Felipe III era un hombre más bien poco interesado en los temas de política y me dio una total libertad para hacer con él durante mis años de reinado, quiero decir, gobierno un uso absoluto de la política del pan y circo.
Mi ducado necesitaba representar mi imagen y semejanza, grandeza y religiosidad a partes iguales, en primer lugar reclamé mi derecho a dos torres más en el Palacio, del que todos opinaron y opinan que fue un engaño, pero nada es engaño si está correctamente justificado. 
Del año 1604 a 1617 encargué a los arquitectos más importantes de la época como eran, Francisco de Mora, Juan Gómez de Mora y Fray Alberto de la Madre de Dios, la construcción de cinco conventos en la Villa: el convento de San Blas, de la Ascensión, de la Madre de Dios, Sta. Teresa, en la actualidad solo se conserva la Iglesia y lo que fue su patio se trata del ayuntamiento de la Villa y Santo Domingo, actual centro de usos múltiples. Pero sin duda mi mayor honor fue la Colegiata de San Pedro, por desgracia tachada hoy de ex Colegiata.
Lerma ya contaba con una pequeña iglesia, la iglesia de San Pedro de la cuál conseguí la designación por el Papa Paulo como Colegiata en 1606. Mi tío, Don Cristóbal de Rojas y Sandoval, Arzobispo de Sevilla decidió que la hasta entonces pequeña Colegiata debía convertirse en un edificio de grandes dimensiones y gracias al arquitecto Fran Alberto de la Madre de Dios en 1613 se inició su ampliación.
Para poder moverme con facilidad yo y los más allegados , sin ser molestado, ni visto pisando el suelo público, ordené la construcción de una red de pasadizos que mantuviesen todos los conventos, excepto el convento de Santo Domingo, comunicados con el Palacio. Mi creencia por Dios siempre me  hizo tener la necesidad de asistir a los diferentes oficios por lo que necesitaba una red de pasadizos en la sombra para poder moverme a mis anchas. Conté así con la comunicación directa de mi Palacio hasta el convento de Santa Teresa, pasando el pasadizo por las casas que rodeaban la plaza hasta llegar a la sacristía del convento. Desde estos, comunicados por la arcada del hoy llamado “mirador de los arcos” conectaba con el convento de la Ascensión que finalmente iba a desembocar en la Colegiata de San Pedro.  El otro pasadizo que conectaba el Palacio y el convento de San Blas, no pertenecía a esta misma red y constaba tan solo de un arco volado, ya que el Palacio y este convento están prácticamente al lado.
Por desgracia para estos pasadizos el tiempo no ha pasado en vano y con el paso de los años todos acabaron en un estado deplorable y terminaron por derrumbarse o ser destruidos, como en el caso del pasadizo que unía el Palacio con el convento de San Blas. Este, fue destruido en el siglo XIX.
A día de hoy desde el año 2007 y gracias a una labor de restauración se puede visitar una pequeña parte de lo que fueron mis pasadizos, al que lo han llamado “Pasadizo de los Arcos” que es la unión de la actual iglesia de Santa Teresa y el convento de la Ascensión hoy llamado de Sta. Clara.  
Esta restauración no hace justicia a lo que fueron la esencia de los pasadizos, cuidados, espaciosos y luminosos, nada tiene que ver este tramo con aquellos oscuros y pequeños pasillos que recorrí durante años para visitar los diferentes oficios.  En este nuevo tramo, más que mostrar lo que era el pasadizo en sí, se ha volcado un especial interés de crear una especie de” pasillo de la decadencia” en el que a través de paneles y proyecciones audiovisuales se centran en narrar mis últimos días en la corte cuando todo eran susurros y conspiraciones.
Pero no vayáis a pensar que mis pasadizos eran el único secreto que guardaba la villa, mis pasadizos no eran los únicos que discurrían en la sombra, ya que las hermanas de la Ascensión también contaban y cuentan a día de hoy con sus propios pasadizos. Estos pasadizos se conservan y son   Estos son exclusivamente para el uso de las hermanas y no se pueden visitar.
usados en la actualidad por las hermanas para asistir a los oficios, que se celebran en la ex Colegiata de San Pedro durante los meses de verano ya que en esta iglesia solo se celebran oficios en verano o en ocasiones especiales. Estos no sufrieron la mala suerte que mis pasadizos debido a que no han estado abandonados con el paso de los años, si no que han sido usados y mantenidos por las hermanas.
No solo los pasadizos han sufrido el paso de los años y no son ni la sombra de lo que un día fueron porque aunque la Colegiata, hoy en día exColegiata esté en perfecto estado, así como los conventos de San Blas y la Ascensión que se conservan prácticamente de la misma manera que fueron concebidos gracias a que desde aquellos años han estado siendo usados.  

Aunque no todo fue configurar un paraíso arquitectónico, si no también uno de recreo, aparte del inmenso coto al que traje especies como elefantes y rinocerontes desde lejanos países para uso y disfrute de la nobleza también me centré en la celebración de una buena fiesta, la que se conoce como “La Fiesta Barroca”.
Esta fiesta no era solo para el disfrute de los nobles sino también para el pueblo, todos en aquella época se volcaban en contribuir y disfrutar de aquellas fiestas. Los nobles y jóvenes más intrépidos de las localidades cercanas se acercaban a la villa para hacer demostración de su coraje y valentía participando en torneos o juegos de cañas.  También tenían las fiestas espectáculos taurinos y la plaza mayor de la villa se convertía en la plaza de toros por excelencia, esta se llenaba de tierra , sus salidas eran bloqueadas con carros y así se llevaba a cabo el espectáculo taurino, a diferencia de ahora que se mata al toro siempre excepto en ocasiones muy señaladas, en aquellos tiempos lo que se hacia era cansarle y cuando el morlaco no daba para más abríamos una puerta que daba a las laderas de la cara norte de Lerma, el animal al ver una salida ante tales maltratos que se le practicaban en la plaza corría frenéticamente hacia la salida, pero realmente la salida no era su salvación, sino su perdición ya que caía estrepitosamente por las laderas hasta el río que bañaba los pies de estas. La gente del pueblo aprovechaba entonces para ir con barcas hasta donde se encontrase el animal porque en aquellos tiempos no se comía carne todos los días y mucho menos gratis.
Grandes autores de la época como fueron: Lope de Vega o Calderón de la Barca escribieron obras de teatro, autos sacramentales, entremeses, mascaradas, loas y mojigangas para la fiesta barroca.  
Si alguna vez han oído hablar de las naumaquias romanas,  puedo demostrar que en Lerma las tuvimos a nuestra manera como dicta la crónica de Lope de Vega sobre las fiestas de 1618. En un lago artificial de casi 50 metros, creado para la ocasión, un gran navío hizo del escenario por excelencia de la obra que sobre él se representó.
En honor a esa época de esplendor durante el mes de agosto en Lerma se celebra el mes del barroco en el que se hacen actividades culturales de todo tipo, como conciertos de órgano, obras de teatro ambientadas en la época, concursos. Pero sin duda la celebración más importante tiene lugar el   Por la tarde comienza el desfile desde el arco de la cárcel a la Plaza Mayor, el dragón, pueblo, malabaristas, zancudos y  diablillos abren el desfile inundando las calles de alegría con sus cabriolas y el son de los tambores, tras ellos, los gigantillos y cerrando el
cortejo los nobles haciendo una muestra de lo que eran los bailes en mi época, ¡incluso hasta hay un doble de mí y mi esposa! Hasta el anochecer podemos observar en la plaza coreografías de malabares de todo tipo: diábolos, mazas, pelotas así como bailes de gigantillos, pueblo y corte que intentan traer a la plaza el espíritu de una época pasada. Hace unos años, antes de que mi palacio se convirtiese en Parador también se hacían en la plaza justas y torneos a caballo, pero se canceló porque a los nuevos propietarios la arena que se ponía en la plaza para llevar a cabo el torneo les molestaba. Una vez terminada la muestra integrantes del grupo La Hormiga, representan una obra de teatro hasta la hora en la que los demonios se   Esa hora, ese momento del que hablo, es el momento en el que la actual corte sale del convento de Santo Domingo dirección a la plaza a danzar en la noche pero con un especial cortejo que los rodea ¡diablos! ¡Seres que lanzan fuego a quienes se les acerca por pura diversión! Una vez llegados a la plaza tiene  lugar la danza de la corte, representaciones de malabares con fuego y colores y para finalizar un magistral espectáculo en el que los diablos se enfrentan entre ellos con fuego al que también se suman la ruleta de fuego y el dragón un ser infernal que se dedica a intimidarlos a todos expulsando fuego y artificios por sus temerosas fauces, cuando este se cansa de asustar a todo el que se cruza en su camino y deja de lanzar fuego y chispas de colores, la noche se cierra lanzando fuegos artificiales al cielo de la Villa.
apoderan de la villa.










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