Y ya desde mi tumba recuerdo aquellos días dorados, aquellos
días de delirios de grandeza, en los que mi codicia acabó con mi existencia,
pero no estoy aquí para hablaros de mi historia, estoy aquí para hablaros de
una parte de mi historia , Lerma, mi ducado, lo que fue gracias a mi y lo que
es hoy en día. Como cree el paraíso arquitectónico y de recreo por excelencia
de la época.
Empezaré por el principio, cuando en el año 1601 hice que la
Corte fuese trasladada de Madrid a Valladolid como parte de mi plan para
concentrar el núcleo cortesano entre mi ducado, Lerma, y Valladolid. Fue entonces el momento propicio para
convertir la hasta entonces pequeña villa de Lerma en el paraíso arquitectónico
y de recreo de la época. Felipe III era
un hombre más bien poco interesado en los temas de política y me dio una total
libertad para hacer con él durante mis años de reinado, quiero decir, gobierno
un uso absoluto de la política del pan y circo.
Mi ducado necesitaba representar mi imagen y semejanza,
grandeza y religiosidad a partes iguales, en primer lugar reclamé mi derecho a
dos torres más en el Palacio, del que todos opinaron y opinan que fue un
engaño, pero nada es engaño si está correctamente justificado.
Del año 1604 a 1617 encargué a los arquitectos más
importantes de la época como eran, Francisco de Mora, Juan Gómez de Mora y Fray
Alberto de la Madre de Dios, la construcción de cinco conventos en la Villa: el
convento de San Blas, de la Ascensión, de la Madre de Dios, Sta. Teresa, en la
actualidad solo se conserva la Iglesia y lo que fue su patio se trata del
ayuntamiento de la Villa y Santo Domingo, actual centro de usos múltiples. Pero
sin duda mi mayor honor fue la Colegiata de San Pedro, por desgracia tachada
hoy de ex Colegiata.
Lerma ya contaba con una pequeña iglesia, la iglesia de San
Pedro de la cuál conseguí la designación por el Papa Paulo como Colegiata en
1606. Mi tío, Don Cristóbal de Rojas y Sandoval, Arzobispo de Sevilla decidió
que la hasta entonces pequeña Colegiata debía convertirse en un edificio de
grandes dimensiones y gracias al arquitecto Fran Alberto de la Madre de Dios en
1613 se inició su ampliación.
Para poder moverme con facilidad yo y los más allegados ,
sin ser molestado, ni visto pisando el suelo público, ordené la construcción de
una red de pasadizos que mantuviesen todos los conventos, excepto el convento
de Santo Domingo, comunicados con el Palacio. Mi creencia por Dios siempre
me hizo tener la necesidad de asistir a
los diferentes oficios por lo que necesitaba una red de pasadizos en la sombra
para poder moverme a mis anchas. Conté así con la comunicación directa de mi
Palacio hasta el convento de Santa Teresa, pasando el pasadizo por las casas
que rodeaban la plaza hasta llegar a la sacristía del convento. Desde estos,
comunicados por la arcada del hoy llamado “mirador de los arcos” conectaba con
el convento de la Ascensión que finalmente iba a desembocar en la Colegiata de
San Pedro. El otro pasadizo que
conectaba el Palacio y el convento de San Blas, no pertenecía a esta misma red
y constaba tan solo de un arco volado, ya que el Palacio y este convento están
prácticamente al lado.
Por desgracia para estos pasadizos el tiempo no ha pasado en
vano y con el paso de los años todos acabaron en un estado deplorable y
terminaron por derrumbarse o ser destruidos, como en el caso del pasadizo que
unía el Palacio con el convento de San Blas. Este, fue destruido en el siglo
XIX.
A día de hoy desde el año 2007 y gracias a una labor de
restauración se puede visitar una pequeña parte de lo que fueron mis pasadizos,
al que lo han llamado “Pasadizo de los Arcos” que es la unión de la actual
iglesia de Santa Teresa y el convento de la Ascensión hoy llamado de Sta.
Clara.
Esta restauración no hace justicia a lo que fueron la
esencia de los pasadizos, cuidados, espaciosos y luminosos, nada tiene que ver
este tramo con aquellos oscuros y pequeños pasillos que recorrí durante años
para visitar los diferentes oficios. En
este nuevo tramo, más que mostrar lo que era el pasadizo en sí, se ha volcado
un especial interés de crear una especie de” pasillo de la decadencia” en el
que a través de paneles y proyecciones audiovisuales se centran en narrar mis
últimos días en la corte cuando todo eran susurros y conspiraciones.
Pero no vayáis a pensar que mis pasadizos eran el único
secreto que guardaba la villa, mis pasadizos no eran los únicos que discurrían
en la sombra, ya que las hermanas de la Ascensión también contaban y cuentan a
día de hoy con sus propios pasadizos. Estos pasadizos se conservan y son Estos son exclusivamente
para el uso de las hermanas y no se pueden visitar.
usados en la actualidad por las hermanas para asistir a los oficios, que se celebran en la ex Colegiata de San Pedro durante los meses de verano ya que en esta iglesia solo se celebran oficios en verano o en ocasiones especiales. Estos no sufrieron la mala suerte que mis pasadizos debido a que no han estado abandonados con el paso de los años, si no que han sido usados y mantenidos por las hermanas.
usados en la actualidad por las hermanas para asistir a los oficios, que se celebran en la ex Colegiata de San Pedro durante los meses de verano ya que en esta iglesia solo se celebran oficios en verano o en ocasiones especiales. Estos no sufrieron la mala suerte que mis pasadizos debido a que no han estado abandonados con el paso de los años, si no que han sido usados y mantenidos por las hermanas.
No solo los pasadizos han sufrido el paso de los años y no
son ni la sombra de lo que un día fueron porque aunque la Colegiata, hoy en día
exColegiata esté en perfecto estado, así como los conventos de San Blas y la
Ascensión que se conservan prácticamente de la misma manera que fueron
concebidos gracias a que desde aquellos años han estado siendo usados.
Aunque no todo fue configurar un paraíso arquitectónico, si no
también uno de recreo, aparte del inmenso coto al que traje especies como
elefantes y rinocerontes desde lejanos países para uso y disfrute de la nobleza
también me centré en la celebración de una buena fiesta, la que se conoce como
“La Fiesta Barroca”.
Esta fiesta no era solo para el disfrute de los nobles sino
también para el pueblo, todos en aquella época se volcaban en contribuir y
disfrutar de aquellas fiestas. Los nobles y jóvenes más intrépidos de las
localidades cercanas se acercaban a la villa para hacer demostración de su
coraje y valentía participando en torneos o juegos de cañas. También tenían las fiestas espectáculos
taurinos y la plaza mayor de la villa se convertía en la plaza de toros por
excelencia, esta se llenaba de tierra , sus salidas eran bloqueadas con carros
y así se llevaba a cabo el espectáculo taurino, a diferencia de ahora que se
mata al toro siempre excepto en ocasiones muy señaladas, en aquellos tiempos lo
que se hacia era cansarle y cuando el morlaco no daba para más abríamos una
puerta que daba a las laderas de la cara norte de Lerma, el animal al ver una
salida ante tales maltratos que se le practicaban en la plaza corría
frenéticamente hacia la salida, pero realmente la salida no era su salvación,
sino su perdición ya que caía estrepitosamente por las laderas hasta el río que
bañaba los pies de estas. La gente del pueblo aprovechaba entonces para ir con
barcas hasta donde se encontrase el animal porque en aquellos tiempos no se
comía carne todos los días y mucho menos gratis.
Grandes autores de la época como fueron: Lope de Vega o
Calderón de la Barca escribieron obras de teatro, autos sacramentales,
entremeses, mascaradas, loas y mojigangas para la fiesta barroca.
Si alguna vez han oído hablar de las naumaquias
romanas, puedo demostrar que en Lerma
las tuvimos a nuestra manera como dicta la crónica de Lope de Vega sobre las
fiestas de 1618. En un lago artificial de casi 50 metros, creado para la
ocasión, un gran navío hizo del escenario por excelencia de la obra que sobre
él se representó.
En honor a esa época de esplendor durante el mes de agosto
en Lerma se celebra el mes del barroco en el que se hacen actividades
culturales de todo tipo, como conciertos de órgano, obras de teatro ambientadas
en la época, concursos. Pero sin duda la celebración más importante tiene lugar
el Por la tarde comienza el desfile desde el
arco de la cárcel a la Plaza Mayor, el dragón, pueblo, malabaristas, zancudos
y diablillos abren el desfile inundando
las calles de alegría con sus cabriolas y el son de los tambores, tras ellos,
los gigantillos y cerrando el
cortejo los nobles haciendo una muestra de lo que eran los bailes en mi época, ¡incluso hasta hay un doble de mí y mi esposa! Hasta el anochecer podemos observar en la plaza coreografías de malabares de todo tipo: diábolos, mazas, pelotas así como bailes de gigantillos, pueblo y corte que intentan traer a la plaza el espíritu de una época pasada. Hace unos años, antes de que mi palacio se convirtiese en Parador también se hacían en la plaza justas y torneos a caballo, pero se canceló porque a los nuevos propietarios la arena que se ponía en la plaza para llevar a cabo el torneo les molestaba. Una vez terminada la muestra integrantes del grupo La Hormiga, representan una obra de teatro hasta la hora en la que los demonios se Esa hora, ese momento del que hablo, es el momento en el que la actual corte sale del convento de Santo Domingo dirección a la plaza a danzar en la noche pero con un especial cortejo que los rodea ¡diablos! ¡Seres que lanzan fuego a quienes se les acerca por pura diversión! Una vez llegados a la plaza tiene lugar la danza de la corte, representaciones de malabares con fuego y colores y para finalizar un magistral espectáculo en el que los diablos se enfrentan entre ellos con fuego al que también se suman la ruleta de fuego y el dragón un ser infernal que se dedica a intimidarlos a todos expulsando fuego y artificios por sus temerosas fauces, cuando este se cansa de asustar a todo el que se cruza en su camino y deja de lanzar fuego y chispas de colores, la noche se cierra lanzando fuegos artificiales al cielo de la Villa.
apoderan de la villa.
cortejo los nobles haciendo una muestra de lo que eran los bailes en mi época, ¡incluso hasta hay un doble de mí y mi esposa! Hasta el anochecer podemos observar en la plaza coreografías de malabares de todo tipo: diábolos, mazas, pelotas así como bailes de gigantillos, pueblo y corte que intentan traer a la plaza el espíritu de una época pasada. Hace unos años, antes de que mi palacio se convirtiese en Parador también se hacían en la plaza justas y torneos a caballo, pero se canceló porque a los nuevos propietarios la arena que se ponía en la plaza para llevar a cabo el torneo les molestaba. Una vez terminada la muestra integrantes del grupo La Hormiga, representan una obra de teatro hasta la hora en la que los demonios se Esa hora, ese momento del que hablo, es el momento en el que la actual corte sale del convento de Santo Domingo dirección a la plaza a danzar en la noche pero con un especial cortejo que los rodea ¡diablos! ¡Seres que lanzan fuego a quienes se les acerca por pura diversión! Una vez llegados a la plaza tiene lugar la danza de la corte, representaciones de malabares con fuego y colores y para finalizar un magistral espectáculo en el que los diablos se enfrentan entre ellos con fuego al que también se suman la ruleta de fuego y el dragón un ser infernal que se dedica a intimidarlos a todos expulsando fuego y artificios por sus temerosas fauces, cuando este se cansa de asustar a todo el que se cruza en su camino y deja de lanzar fuego y chispas de colores, la noche se cierra lanzando fuegos artificiales al cielo de la Villa.
apoderan de la villa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario