lunes, 25 de mayo de 2015

“El Duque es un personaje que ha pasado desapercibido, ciertamente hizo de las suyas, son cosas importantes que no se las está dando importancia.”

Hablamos con Paco Ventura, actor y fotógrafo. Durante el mes de agosto de 2008 interpretó al Duque de Lerma en el Cortometraje “El Duque de Lerma. Un Sueño de grandeza. Inspirado en los últimos días del Duque con una particular visión de su directora, Inés Quintana.

¿Cómo te sentiste cuando pensaron en ti para interpretar al Duque?

 Muy ilusionado, fíjate cuando yo era chaval  el Palacio no estaba arreglado y nos colábamos. Yo estaba en el grupo de teatro y decía: “¡tiene que ser la hostia bajar por estas escaleras vestido de época con una espada!” Y mira por donde me lo propuso Inés .Me hizo muchísima ilusión aunque con un poquito de respeto, porque yo veía que aquello que se estaba cuajando era serio, allí había un equipo, mogollón de gente detrás, daba yuyu.

Debió ser toda una experiencia, como lermeño, representar a alguien tan importante  para la historia y para la villa de Lerma en sí. ¿Qué representó para ti interpretar al personaje del Duque de Lerma?

Interpretar al Duque siendo lermeño es algo muy guay, de alguna manera es el personaje por excelencia de la historia de Lerma. Aparte el rollo de ser lermeño o no, el personaje es un personaje que no está muy representado, era en cierto modo como desvirgarlo. La verdad, en los libros de historia el Duque es un personaje que ha pasado desapercibido  y no sé si hay alguna película sobre él pero creo que no. Ciertamente hizo de las suyas, son cosas importantes que no se las está dando importancia. Creo que es un periodo de la historia de España que hay que realzar más.

¿Te costó mucho lograr interpretar ese personaje?

Antes de empezar hablamos muchísimo Inés y yo. Metimos mucho tiempo previo al rodaje, teníamos como claves, éramos muy conscientes que en el rodaje iba haber mucho meneo y tanto yo como ella íbamos a estar despistados o a otras cosas, por lo que teníamos palabras o gestos claves que entendíamos los dos solos, para que si alguno de los dos nos dábamos cuenta que nos estábamos desviando de lo que habíamos quedado en las conversaciones previas, hacíamos ese gesto y nos poníamos las pilas los dos.

¿Estás de acuerdo con la visión que tenía Inés Quintana sobre los últimos días del Duque?

Si, en algunas cosas si, en otras no. Su visión y la mía eran distintas, la suya era como más técnica y la mía era de lermeño. Ella había estudiado la visión del Duque desde otra perspectiva. De todas formas el cortometraje que hizo, era algo muy heavy.Yo lo veía como algo más visceral y ella se fijaba  mucho más en lo técnico. Al final todo tiene que conjugarse, porque el hecho de que una actitud interior de un personaje por supuesto va hacer que ande de una manera y se mueva de una manera determinada.

¿Cómo recuerdas el rodaje, te sentiste bien?
La verdad que el rodaje fue la hostia. Fue muy profesional, muy de cine, se grabó todo en 35 mm y el problema era que muchas escenas no se podían repetir porque se acababa el metraje. Había un equipo detrás de la leche, de cámaras, de iluminación…Ya empezando por las pruebas del vestuario, que lo hizo Amaya Arzuaga, me empecé a sentir como el verdadero protagonista. 

¿Alguna anécdota de rodaje?

Me acuerdo mucho del vestuario porque no me dejaban sentarme. Había un rollo entre la de vestuario y maquillaje, porque claro para quitarme el traje me lo tenía que quitar por arriba, la de maquillaje decía que no me lo quitase porque se iba el maquillaje y la del traje decía que no me sentase que el traje se arrugaba porque era de seda y  yo me quejaba y me ponían una bolsa de plástico en la cabeza para sacarme el traje.
También recuerdo una escena que se grabó  con las monjas fuera y que se utilizó una grúa para grabarlas porque claro ellas no podían salir del convento y había que grabarlas desde fuera. La verdad que una experiencia muy chula.
Luego otra con muchos problemas para rodarla, menos mal que la gente de atrezo son geniales. Con unos pales y unas cortinas simularon un balcón que parecen que está asomado a la ventana del palacio, que es la escena en la que el Duque se entera que lo han traicionado, las artimañas que hay para mandarle a la mierda. Recuerdo que la rodamos en un garaje.



¿Hay alguna escena que recuerdes con especial cariño?

Había una escena en concreto en la  que de alguna manera podía más lo emocional, que es al final del cortometraje, cuando el Duque de Lerma se encuentra con su hijo en las escaleras. Era el momento en el que se simbolizaba el cruce con el hijo en las escaleras, porque de alguna manera el hijo fue el que traicionó a su padre y el que tomo el poder. Entonces Inés lo simbolizó de la manera que en un primer lugar el Duque estaba arriba de las escaleras y el hijo abajo, se cruzaban, había una mirada por el medio y luego estaba el Duque de Uceda arriba y el Duque de Lerma abajo, jugaba con ese simbolismo. El Duque emocionalmente se sentía traicionado por su hijo, eso para un padre es muy duro, pero por otra parte no podía mostrar ninguna emoción debía concebir eso, se tenía que notar en el personaje que había una contención emocional pero a la vez existía.  Fue una escena muy dura la verdad y la tuvimos que repetir varias veces. Una de las veces claro yo me preparaba emocionalmente y en el momento del rodaje había una contención emocional y  la repetimos cuatro veces, a la segunda no pude aguantar la contención y al terminar rompí a llorar.

¿Crees que sin el Duque a día de hoy Lerma sería lo que es o tendría la importancia que tuvo?

No, Lerma si es algo es gracias al Duque. Ten en cuenta que Lerma todo lo que tiene monumentalmente es gracias al Duque, pero todo el porte que tiene Lerma se lo debe al Duque, Lerma debe estarle muy agradecida. Y esto que en la actualidad unos estudios revelan que hay un siete por ciento de lo que realmente  podía haber habido en Lerma en la época del Duque y a Lerma nada más verla ya impresiona. La verdad es que no hay muchos pueblos así.





No hay comentarios:

Publicar un comentario