lunes, 25 de mayo de 2015

“El maestro del engaño”


Corría el  año 1599 cuando, Francisco de Sandoval y Rojas, recién nombrado valido del mismísimo rey Felipe III, decidió convertir la pequeña Lerma, su ducado, en el paraíso de recreo por antonomasia de aquella época. Nadie pensaba en aquella época en Valladolid como corte, ya que todos los movimientos políticos eran maquinados y llevados a cabo con suma picardía desde aquellas estancias del monumental palacio de la Villa de Lerma. Construido también sobre los pilares del engaño de aquel pícaro rey en la sombra.  Como aquel disco de música que llevaba por título curiosa la cara de tu padre, curiosa tuvo que ser la cara de Felipe III cuando un buen día, llegó a la villa para ver la construcción de las dos torres del palacio que había  autorizado y cual fue su sorpresa al ver que el palacio en vez de constar de dos torres, las máximas que podía construir el duque debido a su condición de Duque, tenía nada más y nada menos que cuatro lustrosas torres de estilo herreriano coronándolo, privilegio del que solo podía disfrutar en aquel entonces en rey.  El Rey al ver esto montó en cólera, pero el astuto Duque le explicó que no se trataba de ningún engaño, que el había solicitado la construcción de dos torres para su palacio, lo que astutamente olvidó mencionar es que el palacio ya contaba con otras dos torres construidas años antes. Y así fue como se empezó a fraguar el espíritu del que podríamos decir el primer especulador inmobiliario de España que durante sus años de mandato urdió las mayores tramas políticase inmobiliarias de la historia de España.
.¿Cómo podía ser esto posible sin que el rey sospechase? No sabemos si el Duque admiraba o no a los romanos pero está claro que el pan y circo de estos era la mejor estrategia que aprendió de ellos. Porque mientras llevaba a cabo numerosas tramas políticas, a espaldas del rey, este se divertía en las espectaculares fiestas que el Duque preparaba en la villa. Espectáculos de pirotecnia, obras de teatro, corridas de toros, malabares, conciertos, mascaradas, justas ecuestres, estos solo son algunos ejemplos de las actividades que se llevaban a cabo en la villa para el disfrute y la distracción del rey y si no había fiesta había caza porque no olvidemos el inmenso coto de caza que rodeaba a la villa con ejemplares de animales traídos especialmente de otros lugares para que el rey pudiese jactarse de su captura.
Aunque el rey no se enterase, todos veían lo que pasaba, las envidias y el deseo de poder por parte de otros hicieron que llegasen los rumores y fuesen rotando por las camarillas de corte.
Y como decía el refrán:” no se puede luchar contra el destino, quien nace lechón, muere cochino”.


El Duque fue descubierto, acusado por su propio hijo entre otros y condenado a la horca pero para adoptó el voto cardenalicio ”se vistió de colorado para no morir ahorcado” ya que los cardenales eran intocables en esa época, pasó sus últimos días de un modo distinto a sus años dorados en los que era el mismísimo rey de España. Ahora es el momento en el que a nosotros nos toca averiguar cuantos Duques de Lerma nos gobiernan día a día.

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